En la meseta castellana, a mitad de camino entre las ciudades de Zamora y Salamanca, sobre un promontorio con vistas al río Duero se encuentra la ciudad de Toro, conocida por su preciado vino con denominación de origen además de por su magnífica colegiata, templo cuyos rasgos arquitectónicos la asemejan a las catedrales de Zamora, Salamanca y Ciudad Rodrigo. Aunque quedemos deslumbrados ante la magnificencia de su colegiata, la ciudad de Toro alberga en su casco histórico otros edificios de interés, además de una pinturas murales que embellecen y dan colorido a sus calles. Gran parte de este patrimonio toresano está declarado Bien de Interés Cultural, motivo más que suficiente para descubrir esta ciudad a través de sus monumentos.
Qué ver en Toro durante un paseo por la ciudad
Aunque la entrada a la ciudad se puede efectuar desde varios lugares, desde luego la más simbólica es la que se realiza a través de la Puerta de la Corredera, construida en el año 1602 en honor al rey Felipe III en conmemoración a su visita. Esta puerta construida con bloques de sillería sirve como entrada natural al casco histórico a través de la Calle Corredera, una de las principales vías de la ciudad que nos conducirá hasta la Plaza Mayor, pasando antes por la Puerta del Mercado que reconoceremos por su Torre del Reloj.
Antiguamente la ciudad de Toro estaba doblemente amurallada, conservándose hoy en día alguna de sus puertas como el arco del Postigo o el ya mencionado arco del Reloj. Este arco está edificado sobre la antigua Puerta del Mercado, conocida con este nombre porque daba salida al mercado que se encontraba en la contigua Plaza de Santa Marina. La Torre del Reloj fue construida en el siglo XVI aunque en el siglo XVIII se le realizaron varias reformas, pudiéndose ver hoy en día una torre de planta cuadrada de estilo barroco, situándose justo encima del arco de acceso una capilla con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús.
Antiguamente la ciudad de Toro estaba doblemente amurallada, conservándose hoy en día alguna de sus puertas como el arco del Postigo o el ya mencionado arco del Reloj. Este arco está edificado sobre la antigua Puerta del Mercado, conocida con este nombre porque daba salida al mercado que se encontraba en la contigua Plaza de Santa Marina. La Torre del Reloj fue construida en el siglo XVI aunque en el siglo XVIII se le realizaron varias reformas, pudiéndose ver hoy en día una torre de planta cuadrada de estilo barroco, situándose justo encima del arco de acceso una capilla con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús.
Colegiata de Santa María la Mayor, una joya tardorrománica
Al final de la Calle Mayor, sobre un cerro que se asoma a la vega del Duero se encuentra la colegiata de Santa María la Mayor, una atalaya natural desde donde la colegiata es vista a lo lejos mucho antes de llegar a Toro. Fue edificada entre los siglos XII y XIII, y en su fisonomía se aprecia el románico tardío junto con algunos elementos del gótico primitivo, ya que por aquellas fechas se estaba produciendo en toda Europa la transición del románico al gótico.
Esta construcción tuvo dos fases bien diferenciadas en las que intervinieron dos talleres cuyos maestros dentro del estilo románico tuvieron diferentes planteamientos. En la primera fase de construcción se empleó piedra caliza y en su diseño se puede ver una estética refinada y hasta vanguardista, como podemos ver en la cabecera o en las portadas laterales. En la segunda fase en la que ya interviene un taller diferente se terminó de dar forma al templo, apreciándose en su estilo elementos más arcaicos como podemos ver en la bóveda de cañón y en el transepto, utilizándose en esta ocasión piedra arenisca de tono rojizo.
La colegiata de Toro junto a la catedrales de Zamora y Salamanca están encuadradas dentro de los llamados «Cimborrios del Duero», cuya característica común es un estilismo con elementos aquitano-bizantinos, puesto que pueden tener una posible influencia con las iglesias francesas de Saint-Front de Périgueux y Saint-Pierre de Angulema, ambas ubicadas en la región de Aquitania, además de algunas iglesias cristianas situadas en la actual Turquía. Aún así, hay expertos que defienden su carácter autóctono. Hay otros dos templos que no entran dentro de esta denominación por su situación geográfica pero que también cuentan con unos cimborrios con muchas similitudes con respecto a estos templos del Duero, como son la Catedral Vieja de Plasencia y la Catedral de Évora, en Portugal. También es reconocible en la fisonomía de la colegiata de Toro la influencia de la Catedral de Ciudad Rodrigo, más concretamente en sus bóvedas octopartitas y en su rejería interior.
El interior de la colegiata está formada por tres naves sobre ochos pilares cruciformes con un crucero coronado por una gran cúpula, apreciándose en el conjunto las dos fases constructivas que también se visualizan en el exterior, pues mientras que en las naves laterales nos encontramos con bóvedas protogóticas, en la central pese a ser de una época posterior se emplea la bóveda de cañón, propia del románico.
Si entramos en la sacristía no debemos de dejar de admirar el magnífico y curioso cuadro conocido como «La Virgen de la Mosca», una obra renacentista realizada en el año 1520 cuyo autor no se sabe a ciencia cierta, aunque es muy posible que pertenezca al pintor holandés Gerard David, el último maestro de la llamada escuela de Brujas. Lo curioso de este cuadro y por el que recibe este nombre es por un detalle menor, que si no nos fijamos muy bien pasa desapercibido. Se trata de una mosca que aparece posada sobre la túnica que cubre la rodilla de la virgen y, que como se ha demostrado por diversos estudios de la obra, fue añadida con posterioridad, al igual que otros elementos como por ejemplo el aura que rodea la cabeza de la Virgen.
Pero sin lugar a dudas el elemento arquitectónico más representativo de la colegiata es su portada occidental, conocida también como el Pórtico de la Majestad, situada a los pies del templo y resguardada por la capilla de Santo Tomás. Fue construida en el siglo XIII en estilo gótico recreando a través de bellas esculturas y relieves policromados la coronación de la Virgen y el Juicio Final. Aunque es una de las portadas más destacadas de la arquitectura gótica española, hay que mencionar que su parte baja es tardorrománica, fruto de la transición del románico al gótico, que como ya hemos mencionado antes se estaba produciendo durante la construcción de este templo. Su policromía es original y por una inscripción situada en el dintel se sabe que fue policromada por Domingo Pérez.
Situado detrás de la colegiata se encuentra el Mirador del Paseo del Espolón, desde donde se obtienen unas formidables vistas de la vega del Duero y del Puente Mayor que lo atraviesa. Y ya que hablamos de la vega del río Duero hay que mencionar que la calidad de su terreno junto con el clima continental extremado hacen de la vega toresana una de las tierras mas fértiles de la comarca para la producción del vino, muestra de ello son las numerosas bodegas excavadas bajo el casco urbano, algunas de ellas abiertas al publico, motivo este por el cual la población de Toro es conocida también como la ciudad del vino.
El Paseo del Espolón con sus formidables vistas hacía la vega del Duero une la colegiata con el Alcázar. Este edificio se encuentra situado en la Plaza de San Agustín y se construyó entre los años 1188 y 1195, empleándose para la construcción de sus muros exteriores cantos rodados, hormigón y cal. El perímetro del alcázar además de por sus murallas está conformado por siete torreones de forma circular, realizándose en tiempos posteriores diferentes reconstrucciones y reformas, conservándose de la edificación original los muros. Actualmente el alcázar es sede de la Oficina de Turismo y centro de recepción de visitantes donde podremos visitar su adarve, camino situado en la parte alta de las murallas desde donde se obtienen unas formidables vistas de Toro y de la vega del Duero.
Esta construcción tuvo dos fases bien diferenciadas en las que intervinieron dos talleres cuyos maestros dentro del estilo románico tuvieron diferentes planteamientos. En la primera fase de construcción se empleó piedra caliza y en su diseño se puede ver una estética refinada y hasta vanguardista, como podemos ver en la cabecera o en las portadas laterales. En la segunda fase en la que ya interviene un taller diferente se terminó de dar forma al templo, apreciándose en su estilo elementos más arcaicos como podemos ver en la bóveda de cañón y en el transepto, utilizándose en esta ocasión piedra arenisca de tono rojizo.
La colegiata de Toro junto a la catedrales de Zamora y Salamanca están encuadradas dentro de los llamados «Cimborrios del Duero», cuya característica común es un estilismo con elementos aquitano-bizantinos, puesto que pueden tener una posible influencia con las iglesias francesas de Saint-Front de Périgueux y Saint-Pierre de Angulema, ambas ubicadas en la región de Aquitania, además de algunas iglesias cristianas situadas en la actual Turquía. Aún así, hay expertos que defienden su carácter autóctono. Hay otros dos templos que no entran dentro de esta denominación por su situación geográfica pero que también cuentan con unos cimborrios con muchas similitudes con respecto a estos templos del Duero, como son la Catedral Vieja de Plasencia y la Catedral de Évora, en Portugal. También es reconocible en la fisonomía de la colegiata de Toro la influencia de la Catedral de Ciudad Rodrigo, más concretamente en sus bóvedas octopartitas y en su rejería interior.
El interior de la colegiata está formada por tres naves sobre ochos pilares cruciformes con un crucero coronado por una gran cúpula, apreciándose en el conjunto las dos fases constructivas que también se visualizan en el exterior, pues mientras que en las naves laterales nos encontramos con bóvedas protogóticas, en la central pese a ser de una época posterior se emplea la bóveda de cañón, propia del románico.
Si entramos en la sacristía no debemos de dejar de admirar el magnífico y curioso cuadro conocido como «La Virgen de la Mosca», una obra renacentista realizada en el año 1520 cuyo autor no se sabe a ciencia cierta, aunque es muy posible que pertenezca al pintor holandés Gerard David, el último maestro de la llamada escuela de Brujas. Lo curioso de este cuadro y por el que recibe este nombre es por un detalle menor, que si no nos fijamos muy bien pasa desapercibido. Se trata de una mosca que aparece posada sobre la túnica que cubre la rodilla de la virgen y, que como se ha demostrado por diversos estudios de la obra, fue añadida con posterioridad, al igual que otros elementos como por ejemplo el aura que rodea la cabeza de la Virgen.
Pero sin lugar a dudas el elemento arquitectónico más representativo de la colegiata es su portada occidental, conocida también como el Pórtico de la Majestad, situada a los pies del templo y resguardada por la capilla de Santo Tomás. Fue construida en el siglo XIII en estilo gótico recreando a través de bellas esculturas y relieves policromados la coronación de la Virgen y el Juicio Final. Aunque es una de las portadas más destacadas de la arquitectura gótica española, hay que mencionar que su parte baja es tardorrománica, fruto de la transición del románico al gótico, que como ya hemos mencionado antes se estaba produciendo durante la construcción de este templo. Su policromía es original y por una inscripción situada en el dintel se sabe que fue policromada por Domingo Pérez.
Situado detrás de la colegiata se encuentra el Mirador del Paseo del Espolón, desde donde se obtienen unas formidables vistas de la vega del Duero y del Puente Mayor que lo atraviesa. Y ya que hablamos de la vega del río Duero hay que mencionar que la calidad de su terreno junto con el clima continental extremado hacen de la vega toresana una de las tierras mas fértiles de la comarca para la producción del vino, muestra de ello son las numerosas bodegas excavadas bajo el casco urbano, algunas de ellas abiertas al publico, motivo este por el cual la población de Toro es conocida también como la ciudad del vino.
El Paseo del Espolón con sus formidables vistas hacía la vega del Duero une la colegiata con el Alcázar. Este edificio se encuentra situado en la Plaza de San Agustín y se construyó entre los años 1188 y 1195, empleándose para la construcción de sus muros exteriores cantos rodados, hormigón y cal. El perímetro del alcázar además de por sus murallas está conformado por siete torreones de forma circular, realizándose en tiempos posteriores diferentes reconstrucciones y reformas, conservándose de la edificación original los muros. Actualmente el alcázar es sede de la Oficina de Turismo y centro de recepción de visitantes donde podremos visitar su adarve, camino situado en la parte alta de las murallas desde donde se obtienen unas formidables vistas de Toro y de la vega del Duero.
Iglesia del Santo Sepulcro
Compartiendo espacio en la Plaza Mayor junto a edificios como el Ayuntamiento se encuentra la iglesia del Santo Sepulcro, templo de estilo románico-mudéjar construido a finales del siglo XII. Llegó a ser el principal Priorato de la Orden de los Caballeros del Santo Sepulcro, aunque a finales del siglo XV se incorporó a la orden de San Juan de Jerusalén. Fue reconstruida entre los siglos XVI y XVII conservando del edificio original la torre y las fachadas occidental y septentrional, la cabecera con tres ábsides y bóvedas, junto a uno de los arcos formeros. El interior consta de tres naves separadas por arcos apuntados y un claustro donde hay que destacar su puerta de estilo gótico-mudéjar, realizada en el año 1506 por Francisco García y Pedro de Toro.
Arte urbano en la calles de Toro
Toro, al igual que otras ciudades como Vitoria, Valencia o Zamora ha apostado por engalanar y dar colorido a sus calles a través de diferentes pinturas sobre temas basados en la cultura, historia, tradiciones o incluso el vino de Toro. El Ayuntamiento de la ciudad puso en marcha esta iniciativa con motivo de la celebración en el año 2016 de Las Edades del Hombre, siendo su coordinador el artista Carlos Adeva, proyecto que ha ido perdurando en el tiempo y en el que se han ido integrado varios artistas toresanos, aportando cada uno de ellos su particular estilo.
Iglesia de San Lorenzo el Real
Se cree que la iglesia de San Lorenzo el Real es el templo de ladrillo más antiguo de Toro, aunque esta iglesia de una sola nave está asentada sobre piedra. Es de estilo mudéjar y fue construida en el siglo XII, aunque la cubierta de la nave fue reformada en el siglo XVII. El templo es de una sola nave, en cuya cabecera se encuentra un ábside semicircular y un prebisterio de dos tramos. En su interior se hallan varios elementos artísticos de interés, como un retablo del siglo XV, obra de Fernando Gallegos, una talla de la Virgen de Guadalupe, un coro morisco policromado del siglo XVI y un sepulcro de estilo gótico- flamígero de los Castilla Fonseca.
Ruinas del Convento de San Ildefonso
En una de las calles de Toro aún pueden verse las ruinas del convento de San Ildefonso construido entre los años 1285 y 1290 en estilo gótico. Para su construcción se utilizaron unas casas aledañas además de la iglesia de Santa María la Blanca, templo que se integró al convento hasta que se construyó la iglesia de Santa María la Nueva a mediados del siglo XIV. Con el tiempo el convento se puso bajo la advocación de San Ildefonso, época en la que también se construyó un Palacio Real que formó parte del conjunto. Las ruinas que vemos hoy en día del convento, unos pocos arcos y un muro, son producto de la desamortización de Mendizábal del año 1836 que afectó a muchos monasterios y conventos de la geografía española.
Iglesia-Museo de San Salvador de los Caballeros
Situada en una pequeña plaza se encuentra la iglesia de San Salvador, templo erigido en el siglo XIII que llegó a pertenecer a la Orden de los Templarios. Para su construcción se utilizó el ladrillo, dando como resultado una iglesia de estilo románico-mudéjar con tres naves cortas y una cabecera con tres ábsides de planta semicircular.
Una vez en su interior hay que fijarse con especial atención en unas pinturas murales de estilo románico y en su cabecera, uno de los mejores ejemplos del románico en ladrillo de toda Castilla y León, siendo característico por la composición de sus ábsides, pues utilizan un solo orden de arquerías ciegas de medio punto, cuya esbeltez recuerda al estilo gótico. Su interior también alberga el museo de Arte Sacro de Toro donde se exponen tallas románicas y góticas. En su colección podemos ver capiteles de la Colegiata románica de Toro, una estatua pétrea del siglo XII de la Virgen con el Niño originaria de la iglesia de San Julián o una mesa de altar de estilo románico originaria de la iglesia de la Trinidad.
Una vez en su interior hay que fijarse con especial atención en unas pinturas murales de estilo románico y en su cabecera, uno de los mejores ejemplos del románico en ladrillo de toda Castilla y León, siendo característico por la composición de sus ábsides, pues utilizan un solo orden de arquerías ciegas de medio punto, cuya esbeltez recuerda al estilo gótico. Su interior también alberga el museo de Arte Sacro de Toro donde se exponen tallas románicas y góticas. En su colección podemos ver capiteles de la Colegiata románica de Toro, una estatua pétrea del siglo XII de la Virgen con el Niño originaria de la iglesia de San Julián o una mesa de altar de estilo románico originaria de la iglesia de la Trinidad.
Paseo por la Ribera Norte del Duero
Para terminar nuestra ruta por la ciudad de Toro nos dirigimos hacía la vega del Duero para contemplar de cerca el Puente de Piedra que divisábamos a lo lejos desde el Paseo del Espolón. Se le conoce como Punte Romano, aunque en realidad es un puente medieval, pues fue construido en el siglo XII adquiriendo esta denominación por haberse erigido sobre una antigua edificación romana. Al otro lado de este puente de 22 arcos apuntados comienza un paseo por el margen derecho del río que nos llevará hasta el Puente de Hierro en poco más de media hora. A lo largo de este recorrido nos encontraremos con varias áreas recreativas con bancos y mesas, además de algunas fuentes y manantiales, puntos estos con algunos nombres tan evocadores como «El rincón del Poeta».
Dónde dormir
Nosotros estuvimos un fin de semana visitando tanto la ciudad de Zamora como Toro. Pasamos dos noches alojados en el AC Hotel Zamora. Este hotel se sitúa en una zona muy tranquila y de fácil aparcamiento, a pocos minutos del centro histórico de la ciudad. Las habitaciones son espaciosas y están bien equipadas con aire acondicionado, minibar, televisión de plasma, cuarto de baño completo, escritorio y wi-fi.
6 Comentarios
A veces las oportunidades pasan delante tuyo y se escapan. Cuando estuve por Zamora hace 2 años planeé acercarme hasta Toro. Sin embargo, me entretení por el camino y cuando pasé por Toro esra ya demasiado tarde. Ahoa me queda demasiado a desmano, pero solo por visitar la Colegiata y esas iglesias mudéjares ya merece la pena. No sabía de la existencia de este Puente de Piedra. Es curioso, porque muchos de los Puentes Romanos de España no tienen nada de romanos...
ResponderEliminarQue pena que no pudieras visitar esta ciudad, solo por la Colegiata hubiera merecido mucho la pena.
EliminarToro me lleva a mi infancia, y es que mi padre es de Zamora. Cuando era pequeña iba con mucha frecuencia y mi padre aprovechaba cada viaje para llevarnos a un sitio nuevo. Por supuesto Toro estuvo en esa lista de lugares visitados. Nunca me ha parecido una ciudad bonita, aunque yo tengo gratos recuerdos de ella. Eso sí, la Colegiata que tan bien nos has mostrado es una joya que merece la pena por si sola ser visitada. Un abrazo y felices fiestas.
ResponderEliminarMi familia también es de Zamora y de pequeña íbamos mucho a esta preciosa ciudad que tanto me gusta.
EliminarMe encantan estos pueblos de castilla, pequeños pero con unas joyas arquitectónicas. La colegiata de Santa María La mayor me parece incrríble. La primera foto de la colegiata me ha parecido preciosa. Quiero una visita ya, jeje
ResponderEliminarToro tiene monumentos muy bonitos, como la colegiata. Así que apúntate Toro para una visita cuando estés por la zona.
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