En el Pirineo Occidental navarro donde sus cumbres se suavizan al acercarse al mar surge a sus pies un extenso valle de fulgurante verdor, este no es otro que el Valle de Baztán, tierra mágica de exuberante naturaleza donde las tradiciones y las leyendas perduran generación tras generación. Prueba de ello son sus seres mitológicos aún vigentes en la memoria colectiva de algunos de sus pobladores, quienes cuentan que aún pueden ser vistos en lo más frondoso de los bosques de hayas, robles y castaños que conforman este paisaje. Pero a la riqueza de estos paisajes también se suma la riqueza de su arquitectura, pues muchos de los pueblos que se encuentran diseminados por este valle cuentan con palacios y caserones de piedra erigidos por los hidalgos e indianos que hicieron fortuna en las Américas.
En este valle salpicado de pueblos y caseríos el río Bidasoa se encarga de vertebrar y marcar un territorio donde aún resuenan las gaitas. Una arraigada tradición que aún perdura en estas tierras del norte, al igual que sus danzas tradicionales donde las gentes del valle bailan acompañados de cintas y pañuelos, pero también con mascaras y vestidos de pieles, recordando así a sus ancestros.
Estas tradiciones y muchas más quedan recogidas en el Museo Etnográfico de Baztán ubicado en la Casa Puriosenea de Elizondo, un edificio histórico de finales del siglo XV donde es posible conocer los secretos de la vida rural de estos lares. También es tierra de brujas y akelarres, de paradas en el camino y de lugares perdidos en los que afloran de vez en cuando algún que otro monumento megalítico, lugares éstos donde se unen mitología e historia.
El Mirador de Ziga es un buen punto de partida para comenzar esta ruta, una balconada desde la que se obtiene una amplia y formidable vista del valle de Baztán. Al oeste veremos la silueta de los montes Legate y Alkurruntz, al noreste los macizos de Gorramendi, Otanarte, y Gorramakil, y al este, en un primer término, el monte Ezkaldo, que precede al monte Auza situado más al fondo, cerrando así el valle de Baztán.
Por tanto, este mirador será nuestro primer contacto con el valle y sólo desde las alturas apreciaremos un paisaje en el que los pueblos parecen pintados y el río serpenteante, una hilera plateada o azulada en su búsqueda del mar. Ahora sólo queda seguir el camino y conocer los pueblos y paisajes que ofrece este precioso valle de Baztán.
En este valle salpicado de pueblos y caseríos el río Bidasoa se encarga de vertebrar y marcar un territorio donde aún resuenan las gaitas. Una arraigada tradición que aún perdura en estas tierras del norte, al igual que sus danzas tradicionales donde las gentes del valle bailan acompañados de cintas y pañuelos, pero también con mascaras y vestidos de pieles, recordando así a sus ancestros.
Estas tradiciones y muchas más quedan recogidas en el Museo Etnográfico de Baztán ubicado en la Casa Puriosenea de Elizondo, un edificio histórico de finales del siglo XV donde es posible conocer los secretos de la vida rural de estos lares. También es tierra de brujas y akelarres, de paradas en el camino y de lugares perdidos en los que afloran de vez en cuando algún que otro monumento megalítico, lugares éstos donde se unen mitología e historia.
El Mirador de Ziga es un buen punto de partida para comenzar esta ruta, una balconada desde la que se obtiene una amplia y formidable vista del valle de Baztán. Al oeste veremos la silueta de los montes Legate y Alkurruntz, al noreste los macizos de Gorramendi, Otanarte, y Gorramakil, y al este, en un primer término, el monte Ezkaldo, que precede al monte Auza situado más al fondo, cerrando así el valle de Baztán.
Por tanto, este mirador será nuestro primer contacto con el valle y sólo desde las alturas apreciaremos un paisaje en el que los pueblos parecen pintados y el río serpenteante, una hilera plateada o azulada en su búsqueda del mar. Ahora sólo queda seguir el camino y conocer los pueblos y paisajes que ofrece este precioso valle de Baztán.
Vistas desde el mirador de Ziga
Elizondo, un pueblo de casas nobles y palacetes
Uno de los pueblos con más casas palaciegas del valle de Baztán es Elizondo, de hecho es la capital administrativa de este valle que auna bajo su término municipal a 15 localidades más, todas ellas enmarcadas en un paisaje de ensueño de montañas y verdes prados. Un buen punto de inicio para recorrer las calles de Elizondo es la Plaza de los Fueros, donde se encuentran la Casa Consistorial y el palacio de Arizkunenea o de las Gobernadoras, ambos edificios de estilo barroco. De aquí a la calle Santiago, la arteria principal, hay solo unos pasos, y en ella nos encontraremos con otros dos palacetes. Uno es el palacio de Datue, edificio de estilo barroco construido entre los siglos XVII-XVIII, y la casa de Paularena o de los Americanos, un nombre muy ilustrativo de las gentes que emigraron hacía esas tierras entre la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX, reflejando con estos edificios la bonanza económica que en aquellas tierras cosecharon.
En esta misma calle también se encuentra la iglesia de Santiago, templo de estilo neogótico construido entre los años 1916 y 1925 que viene a sustituir a la antigua iglesia del siglo XVI. La razón por la que fue sustituida tuvo que ver con los grandes desperfectos que sufrió a causa de las inundaciones acaecidas en Elizondo el 13 de junio de 1913, quedando únicamente de la antigua iglesia las dos torres de estilo barroco.
El río Bidasoa que divide en dos Elizondo se une a través del Puente de Muniartea, uno de los rincones más fotogénicos de la población y desde el que obtendremos unas excelentes vistas de la presa de Txokoto, un pequeño salto de agua que hace de este lugar un rincón con mucho encanto. A ambos lados del río veremos las bellas y típicas casas de Elizondo con sus balcones floridos, quedando reflejadas algunas de ellas en las aguas del Bidasoa. Otro rincón de Elizondo que no deberíamos dejar de visitar es la calle Jaime Urrutia, caracterizada por sus arcos o gorapeak, los cuales fueron inmortalizados por el pintor Javier de Ciga en su cuadro «El mercado de Elizondo».
Plaza de los Fueros con la iglesia de Santiago al fondo
En esta misma calle también se encuentra la iglesia de Santiago, templo de estilo neogótico construido entre los años 1916 y 1925 que viene a sustituir a la antigua iglesia del siglo XVI. La razón por la que fue sustituida tuvo que ver con los grandes desperfectos que sufrió a causa de las inundaciones acaecidas en Elizondo el 13 de junio de 1913, quedando únicamente de la antigua iglesia las dos torres de estilo barroco.
Iglesia de Santiago
El río Bidasoa que divide en dos Elizondo se une a través del Puente de Muniartea, uno de los rincones más fotogénicos de la población y desde el que obtendremos unas excelentes vistas de la presa de Txokoto, un pequeño salto de agua que hace de este lugar un rincón con mucho encanto. A ambos lados del río veremos las bellas y típicas casas de Elizondo con sus balcones floridos, quedando reflejadas algunas de ellas en las aguas del Bidasoa. Otro rincón de Elizondo que no deberíamos dejar de visitar es la calle Jaime Urrutia, caracterizada por sus arcos o gorapeak, los cuales fueron inmortalizados por el pintor Javier de Ciga en su cuadro «El mercado de Elizondo».
Puente de Muniartea, Elizondo
Parque Natural del Señorío de Bertiz
Aunque no pertenece al valle de Baztán, sino al valle de Bertiz, probablemente sea una de las sorpresas de esta ruta. Con una superficie de 2.052 hectáreas el Parque Natural del Señorío de Bertiz cuenta con uno de los mejores bosques atlánticos que existe en el norte de España, donde predominan robledales y hayedos que cubren toda la superficie hasta el punto más elevado, la cima del monte Aizkolegi de 842 metros de altura.
En este parque natural se diferencian claramente dos espacios bien distintos: El Jardín Histórico-Artístico y el bosque. Este último ofrece una gran multitud de rutas entre la que se encuentra la subida al palacio de Aizkolegi, una casa de estilo modernista actualmente abandonada desde la que se obtienen unas formidables vistas del parque y los valles colindantes.
En cuanto al Jardín Histórico-Artístico cabe mencionar que sus inicios se remontan al año 1898, cuando esta finca fue comprada por Don Pedro Ciga y Doña Dorotea Fernández. Este matrimonio sensibilizado por la conservación y protección de la naturaleza decidió crear este jardín botánico formado por más de 120 especies de árboles y plantas procedentes de sus viajes por el mundo. Diseminados en un entramado de senderos descubriremos especies tan singulares como las secuoya de California, el gingko de China o el cedro de Japón. Un rincón realmente encantador es el estanque de nenúfares con sus puentes, cascadas y su pérgola a la orilla del lago. El palacio de Bertiz también forma parte de este precioso jardín, que con su capilla y su mirador hacía el río Baztán conjugan naturaleza y arquitectura a partes iguales. Este palacio alberga en su interior el Centro de Interpretación de la Naturaleza, un espacio donde a través de unos paneles conoceremos los valores de este parque junto con la historia de este matrimonio amantes de la naturaleza.
En este parque natural se diferencian claramente dos espacios bien distintos: El Jardín Histórico-Artístico y el bosque. Este último ofrece una gran multitud de rutas entre la que se encuentra la subida al palacio de Aizkolegi, una casa de estilo modernista actualmente abandonada desde la que se obtienen unas formidables vistas del parque y los valles colindantes.
Puente de Reparacea sobre el río Bidasoa
En cuanto al Jardín Histórico-Artístico cabe mencionar que sus inicios se remontan al año 1898, cuando esta finca fue comprada por Don Pedro Ciga y Doña Dorotea Fernández. Este matrimonio sensibilizado por la conservación y protección de la naturaleza decidió crear este jardín botánico formado por más de 120 especies de árboles y plantas procedentes de sus viajes por el mundo. Diseminados en un entramado de senderos descubriremos especies tan singulares como las secuoya de California, el gingko de China o el cedro de Japón. Un rincón realmente encantador es el estanque de nenúfares con sus puentes, cascadas y su pérgola a la orilla del lago. El palacio de Bertiz también forma parte de este precioso jardín, que con su capilla y su mirador hacía el río Baztán conjugan naturaleza y arquitectura a partes iguales. Este palacio alberga en su interior el Centro de Interpretación de la Naturaleza, un espacio donde a través de unos paneles conoceremos los valores de este parque junto con la historia de este matrimonio amantes de la naturaleza.
La Cascada de Xorroxín, el hogar de las lamias
Uno de los lugares más mágicos del valle de Baztán es la cascada de Xorroxín y su entorno, una ruta plagada de mitos y leyendas donde a través de sus verdes prados y bosques sentiremos la esencia misteriosa de este rincón de Navarra. Esta ruta parte desde el bonito pueblo de Erraztu, más concretamente desde el barrio de Gorostapolo, lugar que identificaremos rápidamente por la presencia de la ermita de la Soledad, donde nace el sendero que nos llevará hasta el nacimiento del río Baztán y, por consiguiente hasta la cascada. Este sendero después de cruzar un puente de piedra nos adentrará en el interior de un bosque de hayas y castaños, para poco después oír el rumor del agua, melodía relajante que nos hará seguir el curso del río hasta llegar a la cascada de Xorroxín, un magnífico salto de agua de 4 metros de altura que se precipita sobre una sombría poza de agua.
Este es el rincón donde según cuentan algunos lugareños se aparecen las lamias, unos seres mitológicos femeninos parecidos a las sirenas, también conocidas como las hadas de los ríos. Por la noche estos seres fantásticos aparecen a la orilla de los ríos o en las pozas de las cascadas peinando sus largos cabellos con un peine de oro, a la vez que entonan una melancólica y extraña melodía que embelesa y atrae a quienes rondan por el lugar. También se dice de ellas que ayudaron a los hombres hace mucho tiempo a construir los dólmenes y puentes que jalonan esta tierra mágica de verdes prados y frondosos bosques.
Este es el rincón donde según cuentan algunos lugareños se aparecen las lamias, unos seres mitológicos femeninos parecidos a las sirenas, también conocidas como las hadas de los ríos. Por la noche estos seres fantásticos aparecen a la orilla de los ríos o en las pozas de las cascadas peinando sus largos cabellos con un peine de oro, a la vez que entonan una melancólica y extraña melodía que embelesa y atrae a quienes rondan por el lugar. También se dice de ellas que ayudaron a los hombres hace mucho tiempo a construir los dólmenes y puentes que jalonan esta tierra mágica de verdes prados y frondosos bosques.
Amaiur-Maya, el último bastión de Navarra
Recibiéndonos con su peculiar arco de entrada llegamos al pueblo de Amaiur-Maya, población cuyas casas se construyeron siguiendo el trayecto del Camino de Santiago. Tanto es así que en el pueblo se encuentra la fuente de los peregrinos, donde el caminante además de beber agua puede lavarse sus cansados pies tras una jornada de caminata. Pero antes de acceder por este arco y recorrer la única calle del pueblo te recomendamos visitar el molino de agua situado junto a la iglesia. En este molino actualmente rehabilitado y en funcionamiento tenemos la posibilidad de comprar harina de maíz o de trigo, además de degustar unas finas tortas de maíz llamadas talos. Una vez cruzamos el arco de entrada veremos como en este pueblo también se hace visible la arquitectura palaciega, siendo dos ejemplos el Palacio Arretxea o la Casa Arriada, ambas del siglo XVI.
Esta única calle culmina en la falda del monte Gaztelu, a los pies de un camino de tierra que nos llevará hasta los restos del castillo de Amaiur. Gracias a las excavaciones realizadas se ha podido rescatar parte de la fortaleza medieval y del fuerte renacentista del siglo XVII, además de parte de las viejas murallas que rodeaban la torre del castillo. Justo en el centro de estas ruinas se halla un monolito levantado a principios del siglo XX en conmemoración a todos los que defendieron el castillo de Amaiur.
Los restos del castillo también sirven de excelente mirador para contemplar el pueblo de Amaiur rodeado de verdes praderas, teniendo como telón de fondo las siluetas de las montañas, con cimas como el Otanarte, el Aizpitza y el Gorramendi de 1.071 metros de altitud.
Esta única calle culmina en la falda del monte Gaztelu, a los pies de un camino de tierra que nos llevará hasta los restos del castillo de Amaiur. Gracias a las excavaciones realizadas se ha podido rescatar parte de la fortaleza medieval y del fuerte renacentista del siglo XVII, además de parte de las viejas murallas que rodeaban la torre del castillo. Justo en el centro de estas ruinas se halla un monolito levantado a principios del siglo XX en conmemoración a todos los que defendieron el castillo de Amaiur.
Los restos del castillo también sirven de excelente mirador para contemplar el pueblo de Amaiur rodeado de verdes praderas, teniendo como telón de fondo las siluetas de las montañas, con cimas como el Otanarte, el Aizpitza y el Gorramendi de 1.071 metros de altitud.
Molino del Infierno (Infernuko Errota)
Antes de marcharnos de este entorno mágico nos acercamos hasta una zona del valle poco transitada donde la naturaleza despliega toda su belleza. Para ello nos dirigiremos al barrio de Orabidea, en la localidad de Lekaroz, lugar en el que tomaremos una carretera que nos sumergirá en un valle de espesos bosques donde se esconde el Molino del Infierno. Para encontrar este molino deberemos llegar hasta el restaurante Etxebertzeko borda, pues desde aquí parte un sendero que desciende hasta un arroyo conocido como la regata del infierno.
El sendero paralelo al arroyo nos irá adentrando en un bosque de hayas, castaños y robles, un entorno de exuberante vegetación en el que algunos de estos árboles centenarios nos muestran sus grandes y enrevesadas raíces, cuyas formas ondulantes se prolongan hacía el ancho y rugoso tronco diseminándose después en retorcidas ramas, unas formas casi irreales que nos anuncian la entrada a un paraje donde los mitológico y lo mágico parece que se puede hacer real. No es de extrañar, por tanto, que este sea el hogar del mítico Basajaun, una extraña criatura de los bosques protector de los pastores y gentes que se adentran en estas frondosidades, además de ser poseedores de antiguos saberes secretos relacionados con la arquitectura y la agricultura.
De pronto, escondido entre la espesura del bosque, cruzando como un puente el río, surge ante nosotros el Molino del Infierno. Debajo se encuentra la cascada que motivó su construcción, pues sus aguas precipitadas producen la energía suficiente para hacer girar la enorme rueda de piedra de este molino. Esta piedra al girar hace que funcione el mecanismo que hace rotar las piedras estriadas de molienda situadas en la parte superior, girando cada una de ellas en sentido contrario, momento en el cual el molinero vierte el grano en la tolva para que éste después se convierta en harina.
Este molino ha estado abandonado durante mucho tiempo, pero en el año 2000 el dueño del restaurante antes mencionado lo adquirió realizando poco después una restauración que ha servido para que conozcamos el sistema de engranaje que se utilizaba para la molienda. Una buena manera para recuperar algunos de los ingenios del pasado.
El sendero paralelo al arroyo nos irá adentrando en un bosque de hayas, castaños y robles, un entorno de exuberante vegetación en el que algunos de estos árboles centenarios nos muestran sus grandes y enrevesadas raíces, cuyas formas ondulantes se prolongan hacía el ancho y rugoso tronco diseminándose después en retorcidas ramas, unas formas casi irreales que nos anuncian la entrada a un paraje donde los mitológico y lo mágico parece que se puede hacer real. No es de extrañar, por tanto, que este sea el hogar del mítico Basajaun, una extraña criatura de los bosques protector de los pastores y gentes que se adentran en estas frondosidades, además de ser poseedores de antiguos saberes secretos relacionados con la arquitectura y la agricultura.
De pronto, escondido entre la espesura del bosque, cruzando como un puente el río, surge ante nosotros el Molino del Infierno. Debajo se encuentra la cascada que motivó su construcción, pues sus aguas precipitadas producen la energía suficiente para hacer girar la enorme rueda de piedra de este molino. Esta piedra al girar hace que funcione el mecanismo que hace rotar las piedras estriadas de molienda situadas en la parte superior, girando cada una de ellas en sentido contrario, momento en el cual el molinero vierte el grano en la tolva para que éste después se convierta en harina.
Este molino ha estado abandonado durante mucho tiempo, pero en el año 2000 el dueño del restaurante antes mencionado lo adquirió realizando poco después una restauración que ha servido para que conozcamos el sistema de engranaje que se utilizaba para la molienda. Una buena manera para recuperar algunos de los ingenios del pasado.
Alojamiento en el Valle del Baztán
Atravesando el puerto de Otsondo se llega a Urdax, un pequeño pueblo pirenaico que antes pertenecía al valle de Baztán, y que actualmente forma junto a Zugarramurdi y las poblaciones francesas de Sara y Ainhoa el valle de Xareta. A nosotros nos pareció un buen lugar para alojarnos por su entorno paisajístico y porque cuenta con interesantes atractivos como el Monasterio de San Salvador del siglo IX y un antiguo molino del siglo XVIII.
Nos hospedamos, sin saberlo, en los apartamentos rurales Indianoau Batia, alojamiento en el que también estuvo hospedado el director Alex de la Iglesia y su equipo cuando estuvieron rodando la película «Las brujas de Zugarramurdi». Es un apartamento de estilo rústico que reservamos a través de Homeexchange, una plataforma que funciona mediante intercambio recíproco o intercambio no recíproco.
Nos hospedamos, sin saberlo, en los apartamentos rurales Indianoau Batia, alojamiento en el que también estuvo hospedado el director Alex de la Iglesia y su equipo cuando estuvieron rodando la película «Las brujas de Zugarramurdi». Es un apartamento de estilo rústico que reservamos a través de Homeexchange, una plataforma que funciona mediante intercambio recíproco o intercambio no recíproco.
8 Comentarios
Hola Belén,
ResponderEliminarQué bonitos lugares conozco leyéndote...Navarra es nuestra gran desconocida y el valle de Batzan me ha parecido precioso.
Genial que os hayáis animado a probar HE, nosotros somos usuarios hace unos años y en breve creo que haremos el intercambio número 20 :)
¡Un saludo!
El valle es precioso. Ya habíamos estado hace muchos años, aunque Zugarramurdi y sus cuevas no pertenece actualmente al valle, están muy cercas y es una visita que nos parece interesante. Era la primera vez que utilizamos HomeExchange y dentro de poco nos vamos a Francia donde hemos cogido dos casas en Perigord.
EliminarNo conocemos Navarra todavía, pero no tardaremos mucho en hacer una visita porque todo lo vemos y oímos sobre ella son buenas palabras.
ResponderEliminarTampoco sabíamos de la plataforma Homeexchange. Nos parece increíble que os hayáis podido alojar 4 días por sólo 40 euros. Sin duda le echaremos un ojo para nuestro próximo viaje.
Saludos.
Navarra posee un patrimonio cultural y natural excepcional. El Valle de Baztán es un trocito de todo lo que ofrece Navarra. En cuando a HomeExchange te puedes dar de alta a través de el enlace que ponemos y os lleváis 100 puntos más los 750 que te da la plataforma si rellenas tu perfil al 100%.
EliminarPues aunque a veces había oído este topónimo no hubiera sabido ubicar el Valle de Baztan. Y ya veo qhue es un lugar tranquilo, donde domarse las cosas sin prisas. Me encantan estos senderos con sus cascadas, riachuelos yu estos puentes de medio punto. No me extraña que las Brujas de Zarramundi se rodara aquí, porque el valle tiene algo de encantado. ¿No te parece?
ResponderEliminarA mi tampoco me extraña que elijan estos valles para rodar películas, y para escribir libros como el de la trilogía del Baztán de Dolores Redondo. A nosotros nos encanta viajar a estos lugares donde uno vuelve totalmente relajado y así enfrentarse de nuevo al ajetreo diario del estres de la ciudad.
EliminarLo más cerca que hemos estado de este valle fue cuando visitamos desde el Pirineo francés, la cueva de Zugarramurdi. Nos prometimos volver para adentrarnos en él, pero todavía lo tenemos pendiente.
ResponderEliminarAunque me sonaban algunos nombres, no tenía ni idea de todo lo que tienen. Me ha sorprendido la cantidad de casonas que hay en Elizondo, parece un pueblo precioso.
¿Ese recorrido que describes lo hicisteis en 4 días? ¿Es suficiente para verlo todo con calma?
Saludos.
En cuatro días de sobra. En un día hicimos dos rutas, la que va al palacio de Aizkolegui en el Señorío de Bertiz que ya explicaremos mejor porque no hace falta hacer los 11 km de la ruta, desde otro punto más cercano se hace 2,5 km., la ruta al molino del infierno, y visitamos Elizondo. El resto de los días de sobra, incluso nos dio tiempo a ir a la costa que está cerca y ver algunos pueblos de Francia
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