Beynac-et-Cazenac, un pueblo retenido en el tiempo

Siguiendo el curso del río Dordoña y después de visitar el pueblo de la Roque-Gageac nos dirigimos a Beynac-et-Cazenac, donde destaca su castillo situado en lo alto del acantilado. Su origen se remonta a la Edad del Bronce (2000 a.c.), aunque es en la Edad Media donde empieza a crecer realmente.

Aunque no fue hasta el año 1827 cuando este pueblo tendría su actual nombre, ya que durante gran parte de su historia no fue uno, sino dos pueblos, se trataba de las pequeñas poblaciones de Beynac y Cazenac, que fruto de su unión nació lo que hoy conocemos como Beynac-et-Cazenac.

Ascendemos por sus empinadas calles en dirección al castillo, siempre acompañados por sus bonitas casas de piedra, donde cada cierto tiempo la vegetación plagada de bonitas flores hacen que algunos de los rincones de este pueblo adquieran un matiz realmente precioso.

Nos encontramos con esta pequeña y pintoresca casa, donde su visión hace que parezca que nos encontremos en un pueblo de cuento.

Durante nuestra ascensión, casas de techos puntiagudos y torreones nos recuerdan el pasado medieval de este encantador pueblo.

Llegamos al imponente castillo, que se encuentra en este lugar desde el siglo XII. Se puede visitar su interior previo pago de una entrada, cuyo precio es de 7,50€.

Esta bonita casa con sus preciosas flores dan un toque de color a este magnifico pueblo.

En lo alto de Beynac existen unas terrazas desde las cuales se obtienen unas vistas impresionantes del Dordoña flanqueado por exuberantes bosques, en los que se esconden algún que otro castillo.

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Las tranquilas aguas del Dordoña, como un espejo, reflejan los árboles que bordean el río. Aquí nos despedimos de Beynac-et-Cazenac rumbo al pueblo de Domme.